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Y cuando a uno no le sale, no le sale. Digo, no es que esté bueno querer que te salga tener acciones que no te hacen mejor persona. No. Es eso de tratar de entender porque el ser humano es a veces tan nocivo para los demás y, en ese tren, para ellos mismos seguramente. A mi no me sale. Hablo de la gente que se las ingenia para ser rebuscada en aspectos negativos. La gente que no puede tener comodidad en la felicidad ajena, sino que siente corroída por eso. Y yo sé que es un tema de esas personas que, seguramente, no se sienten en completo feliz con ellas mismas y su entorno. Siguen moviéndose cerca de aquel al que no estiman del todo, para no perderlo de vista capaz. Para no perder la oportunidad de algo. Algo no siempre favorable. Van por la vida mostrando diferentes caras sin preocuparse por quedar en evidencia en algún momento. Y no tienen el valor para decir las cosas con los ojos puestos en la persona que debería recibir el mensaje. Como si se movieran en la oscuridad, por detrás de lo evidente. Y es que la naturaleza oscura del hombre no deja de sorprenderme. Pero hasta las sorpresas tienen otro tenor cuando se hacen repetitivas. Y es bueno el aprendizaje aunque a veces venga de la mano de la decepción por el otro. Porque se aprende a ser selectivo, y eso aporta lucidez. Puede que en eso de a veces no entender. En eso de no conseguir ponerme en el lugar del que envidia y gasta energía en los demás, esté la satisfacción de saber que hay cosas que afortunadamente no se transmiten por cercanía. Porque no podría tener de esa forma de acción aunque me lo propusiera seguramente. Hay roles en los que uno se siente descolocado. Y no viene de indignacion o bronca por algo o alguien ésto. Viene por una conteo de fichas que van cayendo a medida que las voy moviendo. En fin, prefiero seguir así hoy por hoy. Con el gran signo de pregunta en ciertas cuestiones de las relaciones intrapersonales. Sabiendo que, al menos de esto, estoy fuera.