martes, 22 de junio de 2010

De MoMeNtOs...

En un momento tuve la necesidad de rodearme de mucha gente para engañar a sensaciones que me hacian sentir malestar. De tener una repetida rutina de lo que haria cada fin de semana, por ejemplo. De disfrazarme de alguien, de parecerme a otro. De tener personas cerca mío sin importarme si me ofrecían buena compañía. De sentir que nada de lo que hiciera podía llenar el vacío que sentía en el pecho cada vez que volvía a estar solo conmigo mismo.

En otro momento, afortunadamente, muchas cosas se hicieron evidentes. Pude ver que no podía tapar con bulla o muchedumbre el grito que venía de adentro. Que la busqueda de saber donde iba a estar cada fin de semana, como me iba a divertir, con quien y donde; sólo denotaba mi miedo a estar sólo conmigo. Que por mas disfraces y poses que tuviera para aparentar, sólo iba a terminar siendo yo, pareciendome a mi con todo lo que eso incluyera. Que la compañía de una persona noble vale por muchas otras sin contenido que ofrecer. Que para llenarme de sensaciones buenas, sólo tenía que proponermelo, de tomarme el tiempo necesario, de estar sólo conmigo, sólo acompañado. Que el cambio empieza desde adentro. Ese cambio notorio y expansivo que sólo puede encontrar uno mismo.

lunes, 14 de junio de 2010

aNaToMiStAs

,Muy Muscari. Así definiría ésta versión de El Anatomista. Sabía a lo que iba, al menos algo me imaginaba. No esperaba sobriedad ni algo completamente serio. El director se saca los gustos en el escenario y eso puede encantar o incomodar al espectador de igual forma. La duración de la obra, ( 1 hora) se agradece. Uno se queda con ganas de mas. Las actuaciones son soberbias. Me soprendí con mas de una escena. La musica, la ambientacion y el vestuario están a cargo de grosos y se nota. Muy recomendable. Ya dije, te parece buena o te parece "como mucho".

El anatomista" obra de teatro, que tiene lujos como la música de Gustavo Santaolalla y el vestuario de Renata Schussheim: Colón (Alejandro Awada) se enamora locamente de una prostituta (Sofía Castiglione) y al mismo tiempo sufre choques con la entidad, encarnada por un obispo (Antonio Grimau).El hombre tiene un ladero (Walter Quiroz) que facilita sus trámites y de paso explica al público aquello que no se representa, tiene interesantes diálogos con la "abadesa" de un prostíbulo (Alejandra Rubio) y descubre el dichoso órgano en una consulta con una aristócrata (Romina Ricci).

martes, 8 de junio de 2010

HaY DíAs...

Nos cansamos de odiar. Porque no damos cuenta que requiere demasiada energía mantener ese sentimento.
Nos cansamos de amar. Sabemos que el amor que no es bien recibido no puede ser devuelto como quisieramos.
Nos cansamos de justificar. Porque no podemos vivir ciegos ante la realidad, aunque nos duela.
Nos cansamos de esperar. Porque se nos va el tiempo en éso. Y nuestro tiempo es demasiado valioso
Nos cansamos de la rutina diaria y las jornadas largas. Aunque somos conscientes de que muchas veces es necesaria para cumplir nuestros propósitos.
Nos cansamos de la mala repiticion. Hay cosas que no van a cambiar, personas que no pueden cambiar.
Nos cansamos del "estoy para vos". Porque a veces nos toman sólo de salvavidas y en éso nos olvidamos de nostros mismos.
Hay días, tardes, noches en que, sencillamente, nos cansamos...



Por fortuna, siempre podemos hacernos un tiempo para cerrar los ojos y descansar. En cuerpo... en alma...

miércoles, 2 de junio de 2010

gUeRReRo De LuZ

Un guerrero de la luz no tiene "certezas" sino un camino a seguir, al cual procura adaptarse de acuerdo con el tiempo. Lucha en verano con equipamientos y técnicas diferentes a los de la lucha de invierno. Siendo flexible, ya no juzga al mundo desde el punto de vista de "acertado" o "equivocado", sino sobre la base de la actitud más apropiada para aquel momento.
Sabe que sus compañeros también tienen que adaptarse, y no se sorpende cuando cambian de actitud. Da a cada uno el tiempo necesario para justificar sus acciones.
Pero es implacable con la traición.

Todos los caminos del mundo conducen al corazón del guerrero; él se sumerge sin vacilar en el río de pasiones que siempre corre por su vida.
El guerrero sabe que es libre para escoger lo que desee; sus decisiones son tomadas con coraje, desprendimiento y, a veces, con una cierta dosis de locura. Acepta sus pasiones y las disfruta intensamente. Sabe que no es preciso renunciar al entusiasmo de las conquistas; ellas forman parte de la vida, y alegran a todos los que en ellas participan. Pero jamás pierde de vista las cosas duraderas y los lazos creados con solidez a través del tiempo.
Un guerrero sabe distinguir lo que es pasajero y lo que es definitivo.

Un guerrero de la luz, antes de entrar en un combate importante, se pregunta a sí mismo: "¿hasta qué punto desarrollé mi habilidad?".
Él sabe que las batallas libradas en el pasado siempre terminaron por enseñarle alguna cosa. Sin embargo, muchas de estas enseñanzas hicieron sufrir al guerrero más de lo necesario. Más de una vez perdió su tiempo luchando por una mentira. Pero los victoriosos no repiten el mismo error.
Un guerrero no puede rehusar la lucha; pero sabe también que no debe arriesgar sentimientos importantes a cambio de recompensas que no están a la altura de su amor. Por eso el guerrero solo arriesga su corazón por algo que vale la pena.

Los guerreros de la luz mantienen el brillo en los ojos. Están en el mundo, forman parte de la vida de otras personas, y comenzaron su jornada sin alforja y sin sandalias. Muchas veces son cobardes. No siempre actúan correctamente.
Los guerreros de la luz sufren por cosas inútiles, tienen actitudes mezquinas y a veces se consideran incapaces de crecer. Frecuentemente se consideran indignos de cualquier bendición o milagro.
Los guerreros de la luz no siempre tienen la certeza de qué están haciendo aquí. Muchas veces pasan noches en vela, pensando que sus vidas no tienen sentido. Por eso son guerreros de la luz. Porque se equivocan. Porque se preguntan. Porque buscan una razón y con seguridad terminarán encontrándola.

Un guerrero de la luz estudia con mucho cuidado la posición que pretende conquistar. Por más difícil que sea su objetivo, siempre existe una manera de superar obstáculos. Él verifica los caminos alternativos, afila su espada y procura llenar su corazón de la perseverancia necesaria para enfrentar el desafío. Pero, a medida que avanza, el guerrero se da cuenta de que existen dificultades con las que no contaba. Si se queda esperando el momento ideal, nunca saldrá del lugar; ve que será preciso un poco de locura para dar el próximo paso.
El guerrero usa un poco de locura. Porque, en la guerra y en el amor, no es posible prever todo.



Paulo Cohelo